viernes, 27 de agosto de 2010

Anestesia: Dulces sueños?

Algunos escritos de la antigua Grecia, Egipto y China, mencionaban el uso de los narcóticos vegetales como la adormidera, la mandrágora, el estramonio, el cannabis (el hachís) y el opio, que se cultivaban en Persia e India, para producir efectos de analgesia y amnesia. Dioscórides, médico griego, aplicó la palabra “anestesia” para describir los efectos de adormecimiento de estas hierbas. Los pueblos precolombinos también apelaban a las plantas medicinales, como la coca, al insensibilizar la lengua y los labios al ser masticada, o el urú-katú como antiespasmódico y el burucuyá o el chamico como analgésicos. La anestesia moderna, apareció en 1842, en EE.UU., cuando el doctor Crawford Williamson le administró éter a un niño antes de extirparle un quiste del cuello. Dos años más tarde, el odontólogo Horace Wells comenzó a utilizar el óxido nitroso, o gas de la risa, como anestesia, después de observar sus propiedades en un espectáculo del profesor Gardner Q. Colton que se lo administraba a sus espectadores para que llegasen a un estado de euforia y excitación. El propio Wells experimentó sus beneficiosos efectos cuando uno de sus ayudantes le extrajo un diente. En 1846, William Morton, ayudante de Wells, realizó una exitosa demostración del uso del éter al aplicársela a un paciente para eliminar un tumor del cuello, propagándose su uso rápidamente. Poco después, en 1848, se utilizó el cloroformo como anestesia en un hospital de Edimburgo para practicar el primer parto sin dolor. La madre estuvo tan agradecida que llamó a su hija "Anestesia". Sin embargo, su uso se popularizó cuando la reina Victoria I del Reino Unido lo usó en el parto de su hijo Leopoldo.

La anestesia general es aquella en la cual el médico anestesiólogo induce un sueño similar, pero no igual, al sueño fisiológico, con medicamentos inyectados a través de la vena que le canalizan, en los adultos y jóvenes, o mediante la inhalación de gases en niños. Una vez se realiza la "inducción" y se relaja a la persona, se procede a colocarle un tubo orotraqueal y se conecta a la máquina de anestesia para el "mantenimiento" de la anestesia mediante gases inhalados o drogas administradas intravenosamente. El Dr. Clifford Saper del Beth Israel Deaconess Medical Center en Boston, ha demostrado que una región del mismo llamada núcleo ventrolateral preóptico (VLPO) actúa como un interruptor. Sus células se activan durante el sueñoliberando un neurotransmisor llamado GABA, que apaga la región del hipotálamo que promueve el estado de alerta. Aparentemente, las sustancias anestésicas se adhieren al neurotransmisor GABA y la región VLPO es estimulada de alguna manera, aunque todavía no se sabe exactamente cómo. En la anestesia regional solamente una parte del cuerpo es anestesiada. Para ello se utilizan anestésicos locales (entre los más conocidos están la Lidocaína y la Bupivacaína) inyectados en un sitio que permita bloquear las raíces nerviosas de esa zona. Los anestésicos locales impiden que los nervios lleven la información de que se está realizando una acción ofensiva para el organismo y por eso impiden que el cerebro desarrolle respuestas a ese estímulo.

Hay numerosos factores de los que depende la anestesia, como: el estado físico, de si se trata de cirugía de emergencia, urgencia o electiva, de la zona a operar, del riesgo inherente a la cirugía que le practicarán. El ayuno también es muy importante ya que el contenido gástrico podría regurgitarse hacia la laringe y de allí pasar a los pulmones, pudiendo producir un evento catastrófico conocido como Broncoaspiración de Contenido Gástrico, el cual se caracteriza por una neumonitis (inflamación de los pulmones), probable desarrollo de infección, con la consiguiente alteración del intercambio gaseoso (entrada de Oxígeno, eliminación de Gas Carbónico) que puede llevar a la muerte. Uno de los efectos más comunes al uso de la anestesia general son las náuseas y vómitos posteriores, por ello, son empleados fármacos antieméticos, aunque sólo reducen un 26% el riesgo de sufrir vómitos tras la anestesia. Los sujetos que tienen más riesgo de sufrir este contratiempo son las mujeres, los no fumadores, aquellos que se marean fácilmente y los que lo han padecido con anterioridad.


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Fuente: Ciencia Popular

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