En Chile, un grupo de científicos está utilizando las bacterias para
extraer cobre, un mineral del que depende en gran medida la economía del
país. La demanda de cobre aumenta constantemente. El cobre tiene múltiples
usos. Se emplea en la fabricación de cables eléctricos y líneas
telefónicas, en techos, en joyería y hasta en suplementos nutritivos. Este metal se originó hace millones de años dentro de la Tierra y a
través de una serie de procesos geológicos se fue acercando a la
superficie.
Para extraerlo, normalmente hace falta excavar. Luego, para separar el cobre del resto del
material rocoso hay que molerlo, pulverizarlo, someterlo a altísimas
temperaturas y añadirle compuestos químicos tóxicos.
Estos métodos convencionales emplean grandes cantidades de energía,
lo cual los hace costosos, y por lo tanto se usan sólo en sitios donde
se cree que la concentración de cobre es lo suficientemente elevada como
para justificar el gasto de su extracción.
Estos sitios no abundan, y es por esta razón que
los microbios pueden llegar a cumplir un rol crucial para obtener de
una manera más económica y efectiva este metal, que representa cerca del
70% de las exportaciones chilenas. En el pasado había depósitos que contenían hasta un 30% de cobre.
Ahora, muchos tienen una concentración de entre un 1% y un 1,8%. Pero incluso cuando se calcula que una mina
contiene rocas con una alto grado de concentración, el material que se
obtiene no siempre es bueno.
Esto, hasta la llegada de los mineros en miniatura: los microbios. Biosigma es una empresa de biotecnológica
establecida por Codelco, una corporación estatal chilena y la compañía
de minería de cobre más grande del mundo, junto la con la japonesa
Nippon Metals & Mining. Basada en las afueras de Santiago, Biosigma es una de las pocas compañías de biominería que hay en el mundo. En el laboratorio principal, químicos y biólogos
en delantales blancos y anteojos protectores trabajan transfiriendo
coloridos líquidos de botellones a tubos de ensayo y llevando a cabo
numerosas pruebas frente a un horno abierto.
Todas las probetas, los contenedores y los tanques están llenos de microbios: las bacterias Acidithiobacillusferrooxidans y Acidithiobacillus thiooxidans sirven para mejorar la extracción del cobre y reducir los costos operativos.
Algunos llaman a la biominería la minería del futuro. De hecho, es mucho más económica y verde que la
minería tradicional: genera menos emisiones de CO2 y consume menos agua
que la tecnología convencional.
Además, las sustancias químicas tóxicas
utilizadas en la minería tradicional pueden ser muy dañinas para el
medio ambiente. Mientras que con la biomninería no hay riesgo de
accidentes, ya que las bacterias están presentes en los minas y no son
patógenas. La biominería ya se practica en varios países,
incluyendo Sudáfrica, Brasil y Australia. En total, cerca del 20% de la
producción mundial de cobre se obtiene mediante la biolixiviación. Esta técnica no se limita al cobre, también se
emplea para extraer oro y uranio. Igualmente tiene otras aplicaciones:
los científicos están investigando cómo usar microbios para limpiar la
contaminación que produce la minería.
Si funciona, un día será posible extraer cobre sin necesidad de hacer
grandes excavaciones. Sólo hará falta que los mineros perforen dos
agujeros para inyectar la solución llena de microbios, y recolectar
luego el líquido que contiene el cobre. Esta alternativa también permitiría salvar vidas. Según cálculos, unas 12.000 personas mueren al año en accidentes mineros. Los 33 mineros que pasaron 69 días atrapados a 700 metros de
profundidad en la mina de cobre y oro de Copiapó en 2010 tuvieron suerte
en salir con vida. Pero no todos los accidentes encuentran un final
feliz.
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