Perdida en el silencio profundo del Océano Pacífico,
reposa la isla de Rapa Nui, conocida también como la Isla de Pascua,
de 117 m2, a casi 2.000 km. de la Polinesia y a más de 3.700 km de Chile,
su país soberano. Sólo la curiosidad nos puede llevar a este sitio perdido, una
isla volcánica, sin árboles, sin otro interés turístico evidente más que los
famosos Moais, las esculturas en piedra que dominan su paisaje,
tristes, impávidos al paso del tiempo, y misteriosos. Continuamente, desde que Jacob
Roggeveen en 1722 la descubriera a los europeos, a sus tierras se acercan
antropólogos con el firme propósito de encontrar el por qué de su origen, y sin
embargo, sobre cualquier teoría persisten los mitos, las leyendas de la isla,
una fuerte superstición. Es la mayor de las islas del Chile
insular, y una población de 5034 habitantes, concentrados
principalmente en Hanga Roa, capital y único poblado existente en la isla.
La tierra más cercana es la isla
Ducie, perteneciente al territorio
británico de las Pitcairn. La isla es uno de los principales destinos
turísticos del país debido a su belleza natural y su misteriosa cultura
ancestral de la etnia rapanui,
cuyo más notable vestigio corresponde a enormes estatuas conocidas como moai. Para preservar
dichas características, el gobierno administra a través de Conaf el Parque Nacional Rapa Nui, mientras que la Unesco declaró
este parque como patrimonio de la humanidad en 1995.Administrativamente,
forma, junto a la deshabitada isla Salas y Gómez, la comuna de Isla de Pascua que forma la provincia de Isla de Pascua,
perteneciente a la Región de Valparaíso. Sin embargo, una reforma constitucional —la
ley N° 20.193, publicada el 30 de julio de 2007— estableció a la
isla como un «territorio especial», de
manera que su gobierno y administración serán regidos por un estatuto especial,
contemplado en la ley orgánica constitucional respectiva,
por dictarse.
En 1887, Chile quiere anexionar la isla al territorio chileno, por
lo cual comisiona al capitán de la Armada
de Chile Policarpo Toro, quien por medio de negociaciones
realizó la compra de terrenos en la isla a petición del Obispo de Valparaíso,
dueño de 600 hectáreas, junto a los hermanos Salmon, Dutrou-Bornier y John
Brander, de Tahití; esto a pesar de que, según la tradición, las tierras no se
podían vender.
Luego, el 9
de septiembre de 1888, Chile consiguió la firma de un tratado, representados por Atamu Tekena. Se redactó el
documento español y otro en rapanui mezclado
con tahitiano. El texto en español habla de cesión de soberanía a
Chile, reservando al mismo tiempo, para los jefes que concurrieron al acuerdo,
los títulos de que estaban investidos y que gozaban en ese momento, sin hacer
alusión a la propiedad de
la tierra.
A su vez, el texto en rapanui mezclado con tahitiano no habla de cesión de
tierras y usa el concepto de "mau te hoa kona" (traducido como
"amigo del lugar", que estaría relacionado con una anterior solicitud
de protectorado francés) y además indica "ia i haka tika i ta ite runga,
iraro ina he kainga kai ta" (traducido como "escribir sobre lo de
arriba, lo de abajo no se escribe aquí", señalando lo que se encuentra en
la superficie del terreno).
Fuente: Wikipedia
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