Las grasas vegetales parcialmente hidrogenadas, llamadas
grasas trans, se utilizan para prolongar la vida útil de un buen número de
productos elaborados. Se ha comprobado científicamente que las grasas trans son
perjudiciales para la salud, ya que aumentan del colesterol malo (LDL) en las
personas, y disminuyen el colesterol bueno (HDL), y se han encontrado
asociaciones entre el consumo de grasa trans y la obesidad.
Los países de América Latina, entre ellos Chile, están
comprometidos con realizar medidas para reducir el consumo de grasas trans. De
acuerdo a cálculos realizados por expertos de la Organización Panamericana de
la Salud con una disminución de 2% (4.5 gramos) en el consumo diario de grasas
trans evitaríamos la muerte de entre 30 y 130 mil personas en la región. Si
redujéramos la cantidad de grasas trans en 4% (9 gramos) se salvarían las vidas
de entre 62 y 225 mil personas.
Estas están presentes en alimentos procesados como
margarinas, galletas, papas fritas, snacks, helados y chocolates. Muchos de los
aceites utilizados en restaurantes, cadenas de comidas rápida para freír poseen
un alto contenido en grasas trans. En la actualidad, en Chile, todos los alimentos
que tienen más de 3 gramos de grasa por porción, deben poner en la etiqueta de
información nutricional cuánta grasas trans contiene, lo que permite al
consumidor elegir aquellos productos con menor contenido de trans.
Papas fritas (150 g): 7 g de grasas trans
Pastel de manzana industrial (1 unidad): 6 g de grasas trans
Bollo industrial (1 unidad): 5-6 g de grasas trans
Hamburguesa (200 gr.): 3 g de grasas trans
Quesito (1 unidad): 2,2-5,2 g de grasas trans
Magdalena (1 unidad): 1-2,1 g de grasas trans
Galletas (2 unidades): 1,3 g de grasas trans
Margarina (1 cucharada): 6,9 g de grasas trans
Pancito comercial (1 unidad): 0,85 g de grasas trans
Alfajor (1 unidad): 0,7-2 g de grasas trans
Fuente: EGO-Chile
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