Los ácaros (“diminuto”) son una subclase de arácnidos. Existen casi 50.000 especies descritas, y se estima que entre 100.000 y 500.000 especies todavía no han sido clasificadas. La mayoría de los ácaros son microscópicos, alcanzando unos pocos milímetros de longitud, conociéndose su existencia desde hace unos 400 millones de años. Se encuentran en hábitats muy diversos, colonizando casi todos los ambientes, a 10 metros de profundidad en el suelo o 5.000 m en el mar o aguas termales con temperaturas superiores a 50 °C. En un metro cuadrado de suelo en un bosque boreal de coníferas pueden llegar a encontrarse más de 1 millón de ácaros. Muchos se encuentran como huéspedes de mamíferos, aves, reptiles y otras especies como los insectos. Viven entre dos y tres meses, realizando una o dos puestas de huevos (entre 20 y 40). Los excrementos de los ácaros y los ácaros muertos son los factores desencadenantes más comunes de la alergia perenne y de los síntomas del asma. Los ácaros del polvo, que se encuentran en los entornos domésticos (colchones, mantas, sofás…), se alimentan de escamas de piel humana (desprendemos en torno a un gramo de piel al día) o animal y otros restos orgánicos. Proliferan en condiciones óptimas con temperaturas superiores a 20 °C y humedades comprendidas entre el 70 y el 80 por ciento. Sin embargo, no es así a altitudes superiores a los 1.100 m sobre el nivel del mar.
Fuente: Ciencia Popular
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