Las abejas normalmente son sociales, aunque también las hay solitarias e incluso parásitas, es decir, que ponen sus huevos en los nidos de otras abejas. La abeja doméstica (Apis mellifera) posee el grado más avanzado de socialidad, con colonias permanentes. En el caso de los abejorros, la reina inicia anualmente una colonia nueva.
Dentro de la sociedad de las abejas hay distintas castas: las reinas, que se dedica a la reproducción; las obreras, que hacen todas las tareas de mantenimiento del nido, siendo no reproductivas y muy numerosas; las nodrizas, abejas obreras jóvenes que alimentan a las larvas; y los machos o zánganos, cuyo cometido principal es fertilizar a la nueva reina. El zángano muere tras finalizar la cópula en pleno vuelo. La abeja reina copula con varios zánganos (más de 15) en los diversos vuelos de fecundación. Los zánganos no poseen aguijón, ya que el aguijón es en realidad un contenedor de huevos modificado. Las abejas, además de las feromonas, tienen un sistema de comunicación propio, mediante movimientos vibratorios, con el que se indican la distancia y orientación, con respecto al sol, de la fuente de alimento.
Las colmenas más avanzadas, que pueden albergar hasta 100.000 individuos, se comportan como un superorganismo, ya que el efecto producido por la interacción entre los componentes de un sistema hace que el todo sea más que la suma de las partes individuales.
La abeja reina pone los huevos en primavera aunque el momento exacto depende de las condiciones climáticas que está condicionada por la información que recibe desde el exterior (flujo de néctar, recolección de polen, duración del día, temperatura, etc.). La reina deposita sus huevos en celdas hexagonales de cera que han sido construidas por las obreras sobre los panales. Las celdas son hexagonales porque esta es la mejor forma de agruparlas en un espacio espacio tridimensional limitado y así dejar el mínimo espacio vacío. Después del tercer día, el huevo, alimentado con jalea real, se transforma en una pequeña larva, que es alimentada por las abejas nodrizas con polen. En torno a una semana después, las larvas son selladas en su celda por las abejas nodrizas, produciéndose el estadio de ninfa o pupa. Aproximadamente una semana después (dependiendo de la especie), la ninfa emerge como una abeja adulta. Las abejas reinas gobiernan la colmena por medio de la emisión de feromonas, sustancias químicas que son eyectadas en el aire teniendo un amplio alcance. Las abejas obreras también producen feromonas para comunicarse entre ellas. Las abejas obreras alimentan a las larvas, también se encargan de limpiar la colmena y algunas de ellas son guardianes, protegiendo la entrada de la colonia. Otras ventilan la colmena, aleteando 26.400 veces por minuto; y otras diseñan, construyen y sellan las celdas de cera donde se depositará la miel. La abeja doméstica genera unas encimas que depositan sobre el polen que almacena en los panales. Posteriormente, lo tapa con una capa de miel, a fin de que sea un proceso de fermentación anaeróbico, para que una semana después el polen resulte digerible, obteniéndose de él todas las proteínas, grasas, minerales, etc. Las larvas durante los primeros tres días de vida se alimentan a base de polen con jalea real, una sustancia segregada por las abejas nodrizas que sirve de alimento a todas. Posteriormente, se alimentarán con una mezcla de miel, agua y polen.
La jalea real se compone de: casi un 60% de agua, azúcares, proteínas, lípidos y ceniza. Contiene vitaminas B1, B2, B6, B5, B8, E y PP, y ácido fólico. Tiene también antibióticos, gammaglobulina, albúminas, y aminoácidos. Además minerales como hierro, oro, calcio, cobalto, silicio, magnesio, manganeso, níquel, plata, azufre, cromo y cinc. Entre las propiedades más destacables de la jalea están: estimula el sistema nervioso; mejora la oxigenación cerebral; regulariza los trastornos digestivos; aumenta la resistencia al frío y la fatiga; aumenta el contenido de hemoglobina, leucocitos y glóbulos rojos en la sangre; retarda el proceso de envejecimiento de la piel y mejora su hidratación y elasticidad; estimula el sistema inmunitario; etc. Las abejas obreras también recolectan néctar, una solución acuosa concentrada de azúcares, aminoácidos, minerales y sustancias aromáticas, producido por muchas flores como atrayentes y recompensa para los animales que realizan la polinización. El néctar es la materia prima más importante para la producción de la miel por la abeja doméstica.
Las abejas se usan ampliamente en la agricultura como agente polinizador. Sin su servicio, numerosas especies vegetales y por ende animales tienden a la desaparición. El uso más conocido es la recolección de la miel, para lo cual se humea la colmena con dióxido nitroso que anestesia a las abejas guardianes, con lo que éstas pueden alertar a sus compañeras de la invasión intrusa. Además, las abejas obreras, al percatarse del peligro (humo), cogen miel hinchándose el abdomen, haciéndose más difícil el poder doblarlo para picar. El veneno de abejas o apitoxina se ha usado terapéuticamente a lo largo de la historia para tratar numerosas afecciones como la artritis, la artrosis, la fiebre reumática, los tumores, el Parkinson o el Alzheimer. La varroa es un ácaro cuya hembra realiza la puesta en el interior de las celdas de las larvas de abeja, por lo que una vez que salen las abejas adultas al exterior lo hacen debilitadas, por la succión de la hemolinfa del ácaro. Los individuos aparecen más pequeños de lo normal, sin alas, etc., por lo que al poco tiempo mueren. Este parásito ha hecho disminuir el número de abejas. Otro factor también causante de la disminución de las abejas a nivel mundial es el uso de productos químicos pesticidas en la agricultura, que las desorienta con lo que no son capaces de retornar a las colmenas o se ven incapaces de localizar las zonas de alimento.
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