Mi padre fue siempre un coleccionista como un reparador de
todo lo que en la casa se echaba a perder, por lo que la calle y la
bodega–taller siempre fueron lugares familiares, aunque en el colegio al que
íbamos (Verbo Divino) solo unos cuantos les gustaba incursionar en otros
márgenes de esta linealidad propuesta.
Con el tiempo surgió un proyecto. Volví a enrolarme en la academia e ingresé a estudiar Técnico en Restauración paralelo en forma paralela a esta obra en la que llevamos casi tres años trabajando en ella.
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