El proceso de Independencia nacional estuvo inmerso en un contexto específico. Este escenario presentaba una serie de condiciones y factores, propios de una ealidad social particular, que a la larga desencadenaron el transcurso de uno de los episodios más importantes en la historia de los jóvenes países americanos. Un factor importante dentro del contexto en el cual se desarrolló nuestra Independencia, lo representaron los criollos americanos, el sector social propiamente chileno, argentino o peruano que encabezó el proceso de emancipación. La sociedad colonial americana se dividía en estamentos, grupos cerrados y estructurados que no se diferenciaban por el factor socio-económico como las clases sociales actuales, sino que se definían en base a elementos como el color de la piel, la condición de español (peninsular), el lugar de nacimiento, o las labores realizadas. En primer término estaban los peninsulares, los representantes de la corona en suelo americano, ocupando los cargos públicos, militares y eclesiásticos más importantes dada su condición privilegiada en la sociedad colonial. Sin embargo, hubo un grupo que durante el siglo XVIII fue creciendo en número e influencia dentro de la sociedad colonial. Lo conformaban los hijos de españoles nacidos en el territorio americano, y fueron conocidos como los criollos.
Ya a fines del siglo XVIII, este estamento de la sociedad colonial fue consolidando una identidad clara, con rasgos y costumbres particulares, los que poco a poco los diferenciaron de los españoles. Eran los herederos de un pasado hispano, pero hijos del suelo americano, con aspiraciones y desafíos que con el tiempo iban tomando forma. Representaban una aristocracia cuyo origen e intereses no correspondían plenamente con los de la elite española.
En la vida pública, los criollos ocupaban algunos cargos en las milicias, otros eran altos representantes del clero o personalidades con responsabilidades en las instituciones de administración política. Así, a finales del siglo XVIII, los criollos ocuparon un lugar de importancia en la sociedad colonial. A esta situación hay que sumar otra de vital importancia: los criollos americanos tuvieron un contacto más fluido con la realidad europea. Por una parte, durante el siglo XVIII fueron muchos los viajeros europeos que visitaron nuestras tierras. Franceses, holandeses e ingleses se relacionaron en gran medida con los americanos, acentuando por un lado el sentimiento de pertenencia a una realidad muy distinta a la del europeo. Además, este hecho permitió establecer lazos de sociabilidad muy importantes entre los criollos y los europeos, generando un intercambio de conocimientos y de cultura en general, lo que permitió a los americanos marcar diferencias entre ambos mundos sociales.
Cabe destacar que gran parte de estos viajeros europeos visitaron América en condición de científicos o comerciantes, situación que facilitó la conexión con el americano y su realidad específica. El europeo encontró un “nuevo mundo”, muy distinto al que había concebido desde la llegada de Colón. En esta oportunidad, estos viajeros se percataron que América tenía otra fisionomía, donde la sociedad criolla hacía un contrapeso importante a la presencia peninsular en el suelo americano.
Por otro lado, algunos americanos también realizaron viajes a Europa, situación que profundizó el intercambio cultural y que ayudó en la consolidación de una identidad propia, distinta de la hispana, una identidad que poco a poco se transformaba en “americana”. Chile, esta pequeña posesión de la corona española, vivió este fenómeno de la misma forma en que se desarrolló en cada rincón del continente americano. Los criollos de Chile jugarían un papel fundamental en el nacimiento y posterior desarrollo del movimiento independentista. Lo que surgió como una manifestación movida por el “azar”, tuvo sus bases en el sentimiento de pertenencia que se forjó durante el siglo XVIII en nuestro continente.
Fuente: chilebicentenario.cl
1 comentario:
ATENCION!!!!!!!!!
Paraguay tiene los colores de Uruguay y viceversa!!!!!
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