La marihuana es una mezcla triturada y seca de flores,
tallos, semillas y hojas de la planta de cáñamo Cannabis sativa. Las personas
suelen fumarla como un cigarrillo o en una pipa. Es la droga ilegal de abuso
más comúmnente consumida en los Estados Unidos. El abuso de marihuana puede resultar en problemas con la
memoria, el aprendizaje y el comportamiento social. A largo plazo, puede
conducir a problemas como el cáncer de pulmón y un aumento del riesgo de
infecciones. Puede interferir con la familia, la escuela, el trabajo y otras
actividades. Se están realizando estudios científicos para probar la
seguridad y la utilidad de los componentes del cannabis en el tratamiento de
algunos cuadros clínicos. En la actualidad, no se recomienda fumar marihuana
para el tratamiento de ninguna enfermedad o afección. La marihuana es la droga ilícita de abuso más frecuente en
los Estados Unidos. Es una mezcla de color café verdoso de flores, tallos,
semillas y hojas secas y picadas de la planta de cáñamo, Cannabis sativa. La
principal sustancia química activa en la marihuana es el
delta-9-tetrahidrocanabinol, también conocido por sus siglas, THC. La marihuana generalmente se fuma en forma de
cigarrillo (llamado “porro”, “canuto” o “churro” en español o “joint” en
inglés) o en una pipa. Además se fuma en “blunts”, que son puros o cigarros a
los que se les saca el tabaco y se rellenan con marihuana. Ya que el “blunt”
mantiene la hoja de tabaco usada para envolver el cigarro, este método de
administración combina los principios activos de la marihuana con los de la
nicotina y otras sustancias químicas dañinas. También, la marihuana se puede
mezclar con comida o ingerirla como infusión. Su forma más concentrada y
resinosa se llama hachís y cuando está en forma de líquido negro pegajoso se
conoce como aceite de hachís. El humo de la marihuana tiene un olor pungente
característico, que es usualmente agridulce.
Los científicos han aprendido mucho sobre cómo el THC actúa en el
cerebro para producir sus diversos efectos. Cuando se fuma la marihuana, el THC
pasa rápidamente de los pulmones al torrente sanguíneo, que lo transporta al
cerebro y a otros órganos del cuerpo.
El THC actúa sobre sitios específicos en el cerebro llamados
receptores de canabinoides, disparando una serie de reacciones celulares que
finalmente terminan en el “high” o euforia que algunos consumidores sienten
cuando fuman marihuana. Algunas áreas cerebrales tienen muchos receptores de
canabinoides; otras tienen pocos o ninguno. La mayor densidad de receptores de
canabinoides se encuentra en las partes del cerebro que influyen en el placer,
la memoria, el pensamiento, la concentración, las percepciones sensoriales y
del tiempo, y el movimiento coordinado.
No es de sorprenderse que la intoxicación por marihuana
pueda causar dificultad para pensar y solucionar problemas, distorsión en las
percepciones y problemas con la memoria y el aprendizaje. Las investigaciones
muestran que el impacto adverso de la marihuana sobre la memoria y el
aprendizaje puede durar días o semanas después de que los efectos agudos de la
droga se han desvanecido. Como resultado, cuando una persona consume marihuana
a diario es posible que esté funcionando a un nivel intelectual reducido todo
el tiempo.
Los hallazgos de las investigaciones sobre el uso a largo
plazo de la marihuana indican que hay algunos cambios en el cerebro similares a
aquellos que se ven después del uso a largo plazo de otras de las principales
drogas de abuso. Por ejemplo, la abstinencia de los canabinoides en animales
que han sido expuestos habitualmente a esta sustancia, lleva a un aumento en la
activación del sistema de respuesta al estrés y a cambios en la actividad de las células nerviosas que
contienen dopamina. Las neuronas dopaminérgicas, es decir, las que utilizan la
dopamina para comunicarse entre sí, están involucradas en la regulación de la
motivación y la recompensa, y están directa o indirectamente afectadas por
todas las drogas de abuso. Varios
estudios han demostrado que existe una asociación entre el consumo crónico de
marihuana y una mayor incidencia de ansiedad, depresión, ideas suicidas y
esquizofrenia. Algunos de estos estudios han demostrado que la edad del primer
consumo es un factor importante, y que el uso temprano de la droga constituye
un marcador de vulnerabilidad para problemas más adelante. Sin embargo, en este
momento no está claro si el consumo de marihuana causa los problemas mentales,
los empeora o si se utiliza la droga en un intento de automedicarse los
síntomas preexistentes. El consumo crónico o habitual de marihuana,
especialmente en una persona muy joven, también puede ser un marcador de riesgo
para las enfermedades mentales, incluyendo la adicción, que provienen de
vulnerabilidades genéticas o ambientales, tal como la exposición temprana al
estrés o a la violencia. Actualmente, la evidencia más fuerte establece un
vínculo entre el consumo de marihuana y la esquizofrenia y otros trastornos
relacionados. Las dosis altas de marihuana pueden producir una reacción
psicótica aguda. Además, el consumo de esta droga podría provocar la aparición
de esquizofrenia o una recaída en aquellas personas vulnerables a este
trastorno. Poco después de fumar
marihuana, la frecuencia cardiaca aumenta entre un 20 y un 100 por ciento. Este
efecto puede durar hasta 3 horas. En un estudio, se calculó que el riesgo de
tener un ataque al corazón es de 4.8 veces mayor durante la primera hora
después de haber fumado la droga. Esto
puede deberse al aumento en la frecuencia cardiaca así como al efecto que tiene
la marihuana sobre el ritmo cardiaco, ya que causa palpitaciones y arritmias.
Este riesgo puede ser mayor en las personas de más edad o en aquellas con
vulnerabilidades cardiacas. Según un
estudio de cohorte, a largo plazo, que incluyó a más de 1.000 neozelandeses,
los individuos que iniciaron el consumo de cannabis en la adolescencia, y
continuaron este consumo durante varios años, mostraron una disminución media
del CI de 8 puntos, al comparar su CI a los 13 años, y a los 38. Dejar de fumar
posteriormente no pareció revertir la pérdida, afirma la investigadora
principal Madeline Meier, investigadora en la Universidad de Duke, en Estados
Unidos.
La variable clave fue la edad de inicio de consumo de marihuana, y el desarrollo del cerebro, señala Meier. Los sujetos del estudio que no consumieron marihuana hasta que fueron adultos no mostraron reducciones mentales. Antes de los 18 años, sin embargo, el cerebro todavía está en desarrollo, y puede ser más vulnerable a los daños de las drogas. "La marihuana no es inofensiva, especialmente para los adolescentes", apunta Meier. El estudio siguió a un grupo de 1.037 niños nacidos entre 1972 y 1973 en Dunedin (Nueva Zelanda), desde el nacimiento hasta los 38 años, y fue dirigido por Terrie Moffitt y Avshalom Caspi, psicólogos de Duke y del Instituto de Psiquiatría del Kings College de Londres.
Alrededor del 5 por ciento del grupo de estudio eran dependientes de la marihuana, o la utilizaban más de una vez a la semana, antes de los 18 años. A los 38 años, todos los participantes del estudio realizaron una serie de pruebas psicológicas para evaluar su memoria, velocidad de procesamiento, razonamiento y procesamiento visual. Las personas que consumían marihuana regularmente en la adolescencia obtuvieron resultados significativamente peores. Los amigos y familiares, entrevistados de forma rutinaria como parte del estudio, eran propensos a informar que los consumidores regulares de cannabis tenían problemas de atención y de memoria.
La disminución en el coeficiente intelectual entre los consumidores regulares de cannabis dele estudio, no se pudo explicar por el alcohol u otras drogas, o por tener menos educación, señala Moffitt.
Aunque ocho puntos de CI no parecen mucho en una escala donde 100 es la media, pasar de un CI de 100 a un CI de 92 representa pasar de estar en el percentil 50, al 29. Meier explica que un elevado coeficiente intelectual se correlaciona con una mayor educación e ingresos, una mejor salud y una vida más larga, por lo que alguien que pierde 8 puntos de CI como adolescente puede estar en desventaja, en comparación con sus compañeros de la misma edad, en el futuro.
Laurence Steinberg, psicólogo en la Universidad de Temple, en los Estados Unidos, quien no participó en la investigación, afirma que este estudio está entre los primeros en distinguir entre los problemas cognitivos que alguien pudiera tener antes de consumir marihuana, y los que fueron causados por la droga. Los estudios con animales, que implican la nicotina, el alcohol y la cocaína, han demostrado que la exposición crónica a estas sustancias, antes de que el cerebro esté completamente desarrollado, puede dar lugar a varios cambios, a largo plazo, en el cerebro. "Este estudio apunta a la adolescencia como una época de mayor vulnerabilidad", apunta Steinberg, quien añade que "los resultados dejan bastante claro que no es simplemente el uso crónico lo que provoca déficit, sino el uso crónico durante la adolescencia".
al vez la explicación esté en una de las hipótesis que lanza
el estudio y que señala la pubertad como un periodo crítico del desarrollo
cerebral, que se caracteriza por la maduración neuronal y de reorganización
sináptica.
No obstante, todavía queda mucho por conocer para
determinar los parámetros sobre cuál es la cantidad suficiente para generar un
deterioro neuropsicológico, la frecuencia del consumo y la edad clave.
"Nuestros resultados sugieren que tomar cannabis antes de los 18 años
predice un deterioro, pero otros han encontrado efectos sólo para edades más
precoces", afirman los investigadores por lo que sugieren seguir
realizando nuevos estudios en esta línea.
Para terminar, los investigadores señalan que se
deberían dirigir mensajes a los jóvenes que les expliquen que el consumo
de marihuana puede tener efectos peligrosos en su funcionamiento neurológico y
animarles a dejar su consumo, sobre todo aquellos que hayan empezado en la
adolescencia.
Fuente: Medline Plus, National Institute on Drug Abuse, La razón.es, El mundo.es,
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